¿Por qué tenemos ‘lapsus’ al hablar?

  • No solo les pasa a los políticos

¿Por qué tenemos ‘lapsus’ al hablar?

Allá por el 2003, el entonces ministro de Defensa Federico Trillo gritó un “¡Viva Honduras!”delante de un atónito grupo de soldados salvadoreños que repitieron sin rechistar la alabanza a un país que no era el suyo. Pocos han olvidado ese momento. De la misma manera que muy pocas personas dejan pasar los deslices, ya casi diarios, que tienen los políticos.

Desde que hace diez años José Luis Rodríguez Zapatero declaraba que el motivo de estrechar las relaciones entre Rusia y España era para “estimular, favorecer y “para follar”, muchos han sido los que han seguido sus pasos. O mejor dicho, sus palabras. Rajoy afirmando que “ETA es una gran nación” o María Dolores de Cospedal diciendo que “hemos trabajado mucho para saquear nuestro país” son solo un ejemplo entre muchos. Sin embargo, los políticos no son los únicos a los que se les escapan estos errores en teoría no intencionados. Y es que según diversos estudios llegamos a cometer hasta 22 confusiones de este tipo al día. Y tienen, cómo no, un porqué.

Sigmund Freud, padre de la psicología moderna, ya intentó a principios del siglo XX darle una explicación a estos deslices verbales conocidos como ‘lapsus linguae’ . Para el psicoanalista austriaco, no eran más que aportaciones del subconsciente que muestran nuestros deseos y tentaciones más profundas. Es por eso que, siguiendo la línea de este estudio, muchos analistas han relacionado los deslices lingüísticos con connotaciones sexuales con la supresión de nuestros impulsos animales.

Por el contrario, muchos estudiosos han intentado desmentir que el inconsciente intente sabotearnos y han culpado de los errores a la similitud léxica y fonética entre palabras. Sin embargo, hace unos años, los psicólogos Motley y Baars del Instituto Neurocientífico de California intentaron demostrar de manera empírica (en un laboratorio) que Freud tenía razón.

Para ello, se pidió a 90 hombres heterosexuales, divididos en tres grupos, que hablasen de sus profesiones y que leyesen rápidamente una serie de palabras. En cada grupo había un estímulo diferente. Uno de ellos era entrevistado por una mujer vestida de manera provocativa. A otro grupo se le amenazó con soltar pequeñas descargas eléctricas en los dedos si algún integrante se equivocaba, y al tercer grupo no se le impuso ninguna condición.

Han relacionado los deslices lingüísticos con connotaciones sexuales con la supresión de nuestros impulsos animales.

Del experimento se extrajo que aquellos que más se habían equivocado pertenecían al grupo que tenía a una mujer cono entrevistadora ( errores con contenido sexual) y al grupo formado por aquellos que temían ser electrocutados ( fallos que expresaban miedo ante el peligro).

Esto se debe, según los investigadores, a que cuando vamos a hablar nuestro cerebro prepara una serie de palabras que cree que podemos necesitar. Pero cuando hay un ambiente de tensión, distracción, miedo o estrés, surgen de manera automática palabras que quizás no queríamos decir. En otras palabras, aunque quizás Freud tuviese su parte de razón en que los ‘lapsus linguae’ es en realidad nuestro subconsciente haciéndose oír, Motley y Baars demostraron que hacen falta estímulos externos que se cometan estos deslices verbales.

Fuente:  http://ow.ly/q6gD30enUWo 

Categoría: GENERAL Lunes 14 de Agosto del 2017