Adele, el renacer de una diva

Llevábamos cuatro años esperando a la cenicienta que se convirtió en estrella y desapareció en pleno éxito. Se enamoró, fue madre y adelgazó 30 kilos y ahora está a punto de volver. Este es el relato de su metamorfosis.
Adele vuelve. Y será la misma, pero también otra. Porque han pasado cuatro años desde su último disco y en ese tiempo han sucedido muchas cosas en la vida de la cantante que se convirtió en estrella casi por casualidad. Hagamos memoria: Adele era, sí, esa cantante británica con sobrepeso y un peinado y una manicura dignos de una diva de otro tiempo. Pero, sobre todo, era la dueña de aquella voz soul maravillosa, melódica y rasgada.
Una Amy Winehouse que sucumbía fácilmente ante la tentación de un dulce. Y una máquina de crear e interpretar éxitos. Los temas sobre relaciones desgraciadas, rupturas, inseguridades y fracasos que componían sus dos únicos álbumes hasta el momento lograron vender 40 millones de copias. Adele Laurie Blue Adkins (su auténtico nombre) llegó, cantó, triunfó y desapareció. Y desaparecida sigue casi totalmente desde que en 2011 acabara la promoción de su disco 21.
Desde entonces, poco se sabe de ella porque, al contrario que sus competidoras en las listas de superventas, no es de las que airean su vida al minuto en las redes sociales, ni tampoco es amiga de reclamar atención disparando escándalos y provocaciones a discreción. Ni siquiera le hace gracia pasarse de cuando en cuando por un evento. Al contrario, la exposición pública le genera una aversión que nunca negó: Odio la alfombra roja. No es que me sienta insegura, simplemente pienso que no es lo que quiero hacer. Literalmente me da dolor de estómago, ha dicho.
Sabemos, eso sí, que abandonó el bullicio de Londres para instalarse con su novio, Simon Konecki, en una apartada casa de campo y que tuvieron un hijo, Angelo, que en octubre cumple tres años. Aquella buena noticia fue la última que comentó en su blog personal, allá por 2012. Y hasta hoy. Hay quien dice que con el éxito pudo comprar la posibilidad de tener tiempo para criar a su hijo, disfrutar de la vida y preparar con calma su siguiente trabajo. Otros, sin embargo, aseguran que en el sacrosanto jardín secreto de su casa de la campiña inglesa lo que cultiva es un ego cada vez más floreciente.
Phil Collins arregló cuentas públicamente con la cantante británica, no sin cierta malicia: "Contactó conmigo para preguntarme si me gustaría trabajar con ella. Me dio un fragmento musical para terminar. Pero no tuve noticias de ella nunca más". Poco después de este desplante, Bob Geldof la llamó para invitarla a participar en el disco de apoyo a las víctimas del virus del ébola. Pero fue en vano. "Adele no hace nada. No responde al teléfono, no escribe, no graba -explicaba-. No quiere que nadie la moleste está criando una familia".
Otro músico, Pharrell Williams, acaba de dejar claro que la vida familiar es la prioridad de Adele. Él, que ha sido llamado a colaborar en el esperadísimo tercer disco de la cantante que verá la luz en noviembre, tampoco lo tuvo fácil para trabajar con ella. Su actitud es la de: "Bueno, chicos, os doy 20 minutos de mi tiempo. Y cuando se cumplen, desaparece con su precioso hijo".
Parece que la artista sencilla, simpática, divertida y que se reía de los aires de grandeza pertenece a un tiempo pasado, cuando declaraba: "Hay tanta gente convencida de su fama que tratan a los demás como mierda. Si yo comenzara a ser así, pararía de hacer música el tiempo necesario para encontrarme a mí misma".
Pero tras los años de retiro, parece que la cantante más que encontrarse se haya perdido. La periodista especializada en música Sophie Rosemont, que la entrevistó en 2010, lo confirma: "Estaba promocionando su álbum 21, la presentábamos a lo grande, pero Adele no era más que una artista prometedora. Se reía de sí misma, se atrevía con las bromas, estallaba en carcajadas y sus actuaciones eran una muestra de que era muy graciosa. Quizá para compensar su miedo escénico. Pero ahora he descubierto su carácter autoritario y cabezota".
- Subida en la libra
Entre una y otra versión de sí misma, la cantante se ha convertido en una artista planetaria y ha ganado todos los premios Grammys y Brit Awards posibles, y hasta un Oscar y un Globo de Oro a la mejor canción por el tema de una de las películas de la saga Bond, Skyfall. Su último disco le proporciona todavía 50.000 € al día en concepto de derechos de autor. Una cifra más que suficiente para sobrealimentar varios egos.
El sello XL Recordings, que la descubrió y ha producido sus discos desde sus comienzos, ya no es bastante para ella. Demasiado pequeño para su gran retorno. Sobre todo, cuando el gigante Sony la corteja poniendo un sobre de 100 millones de euros sobre la mesa. Una suma al nivel de la mujer encabeza la lista de los músicos ingleses menores de 30 años más ricos. Con una fortuna estimada en 50 millones de euros, el trastorno no es difícil de diagnosticar: debe haber contraído el virus de los poderosos. Pero ¿por qué?
Una pregunta con varias respuestas. Primero, la evidencia: el éxito la alcanzó muy pronto. La chiquilla de clase baja que fue descubierta gracias a que un amigo colgó en la red social Myspace algunas de sus canciones, quizá ha soportado mal haber llegado hasta tan alto con solo 19 años.
Hubo un tiempo en que ella lo reconocía con honestidad: "No he tenido que enfrentarme a la vida real, todo me ha venido dado. Tengo mucha suerte". Pero ¿cómo no hincharse de vanidad cuando se tiene como fans a Barbra Streisand o Aretha Franklin (que incluso versionó su tema Rolling in the deep)? ¿O cuando se recibe la medalla de la Orden del Imperio Británico a manos del príncipe Carlos en Buckingham?
Segunda posibilidad: flota en el aire ese perfume a revancha social que exudan a veces los nuevos ricos. Seguramente Adele no ha olvidado su infancia difícil entre Tottenham y Brixton (que no son precisamente los barrios más pijos de Londres), criada por una madre soltera que daba masajes y fabricaba muebles para poder pagarle su educación musical en la prestigiosa escuela de Croydon. El padre, alcohólico, se largó cuando ella tenía cuatro años y no volvió a aparecer hasta el nacimiento de su nieto Angelo. Con una biografía así, ¿quién se resiste a hacerle un corte de mangas a la vida cuando la moneda cambia de cara?
- Nueva vida, nueva imagen
Pero parece que esa reclusión no ha sido más que una larga preparación para la vuelta, en la que ha cincelado su metamorfosis: ha dejado de fumar, ha cambiado el sedentarismo por una estricta disciplina de pilates, y ha abandonado los dulces y la carne por una dieta vegetariana baja en calorías. Y, aunque en otros tiempos levantaba orgullosa la cabeza ante las críticas a su cuerpo (algunas célebres, como la del diseñador Karl Lagerfeld, que dijo que estaba un poco demasiado gorda), el resultado es una nueva imagen con 30 kilos menos.
El cambio también se notará, dicen los entendidos, en su música. Porque sus canciones se nutren de su biografía y se espera que el nuevo disco incluya temas menos sombríos, inspirados en el amor y la maternidad. Como la Bella Durmiente, se despierta de un letargo de cuatro años. Irritada e impaciente, la joven diva patalea como un niño que ha pasado mucho tiempo en un rincón. Adele quiere volver... Y su público no espera más que eso.
Fuente:http://www.mujerhoy.com/hoy/mujeres-hoy/adele-renacer-diva-cantante-909669092015.html
Categoría: OCIO Sábado 19 de Septiembre del 2015
