Programación septiembre
¡Buenas tardes!
- El nuevo espectáculo del mentalista Fito Crawford ya tiene título, se llama *PUZZLE* y se estrenará en la sala el domingo 6 de septiembre a las 20.00h (local de Lavapiés).
http://www.teatrolaescaleradejacob.com/evento/401/puzzle
- Otros dos estrenos se suman a la cartelera de septiembre:
*RIENER*: estreno 3 septiembre a las 21.45h. Se programará todos los jueves de septiembre en ese mismo horario.
¿Qué ocurriría si nos diesen la posibilidad de elegir más allá de los límites de la existencia? ¿Quién no es capaz de no mirar al que ya lo ha visto todo? ¿Quién no es capaz de no escuchar al que ya lo ha oído todo?
¿Quién no es capaz de no decidir tomar sus propias decisiones? De éstas y otras cuestiones trata este drama contemporáneo de la compañía "Mujeres en shock".
http://www.teatrolaescaleradejacob.com/evento/384/riener
*MEDEA DESPOJADA:* estreno como obra de larga duración tras su estreno en la sala como micro el 2 de septiembre a las 21.30h. Se programará todos los miércoles de septiembre en ese mismo horario.
"Medea despojada" remite a las catástrofes con las que trabaja la humanidad actual, contemplado desde los ojos de una Medea que nace con Euripides y vive aún hoy.
http://www.teatrolaescaleradejacob.com/evento/363/medea_despojada
*IN-SOLITOS SKETCH SHOW*: estreno el 4 de septiembre a las 23.30h. Se programará todos los viernes de septiembre en ese mismo horario.
¿Y si la virgen del Rocío se escapara a un bar de incógnito para poder aguantar las fiestas? ¿O si Jason el de Viernes 13 fuese a apuntarse al paro? ¿O si la presentadora de la Teletienda tuviese miedo de su compañero?
Sobre éstas y otras cuestiones absurdas versa esta obra interpretada por Mingo Ávila y Tavi García.
http://www.teatrolaescaleradejacob.com/evento/386/in_solitos_sketch_show
Categoría: CULTURA Jueves 27 de Agosto del 2015
Esto es lo que pasa cuando un país (como España) tiene demasiados universitarios
Hoy en día la idea de que el mercado laboral no puede absorber todos los universitarios que produce está popularmente extendida. Un informe nos ayuda a entender mejor tan peligrosa situación
Uno de los lugares comunes más oídos durante la crisis es que España tiene demasiados universitarios y que no hay sitio para todos ellos. Que sea un cliché de las conversaciones de barra de bar no quiere decir que no sea verdad. Entre los años setenta y el 2000 la población universitaria se cuadriplicó (de 360.000 estudiantes del curso 1970/71 a los 1.580.000 del curso 1999/2000), una lógica reacción a la baja cualificación de un país que había pasado años bajo una dictadura y en la que muy pocos podían permitirse disfrutar de educación superior. La universidad, gracias al esfuerzo público, pasó de ser un organismo elitista a llegar a las masas. Culturalmente, disponer de una carrera se convirtió en la fórmula que muchas familias consideraron idóneas para que sus hijos accediesen al mercado laboral.
Como señala un estudio del Injuve realizado durante la pasada década, “las altas tasas de desempleo alcanzadas en nuestro país desde finales de los setenta pudieron incentivar el incremento en la escolarización en educación universitaria ya que, por una parte, el coste de oportunidad de realizar este tipo de estudios disminuye al aumentar la tasa de paro, y por otra, porque las tasas de paro que soportan los individuos con estudios universitarios son sistemáticamente inferiores a la media del período considerado”; una mentalidad que ha estado vigente durante décadas.
El autor señala que la multiplicación del número de universidades privadas y públicas debe tomarse con precaución
El discurso sobre la universidad comenzó a cambiar durante la última década, y poco a poco empezó a escucharse un runrún: España producía demasiados nuevos graduados cada año, lo que provocaba que muchos de ellos terminasen desocupados y otros tantos desempeñen trabajos muy por debajo de su cualificación. El dato más revelador de todo ello es la tasa de paro entre universitarios en España, que triplica la media de la OCDE, junto a la gran cantidad de licenciados que ha tenido que abandonar el país durante los último años. La moraleja es muy clara: el mercado laboral no es capaz de absorber tal masa de universitarios, que han aumentado exponencialmente durante las últimas décadas. Aunque los licenciados siguen teniendo una menor tasa de desempleo, cursar una carrera universitaria en España no reduce tanto la posibilidad de escapar del paro como antes.
El lado negativo de la educación superior
Leer la investigación realizada por Gustavo Yamada de la Universidad del Pacífico (Perú) y publicada por IZA World of Labor probablemente despierte una sensación de déjà vu en cualquier lector español que se acerque a ella. Aunque el autor se centre sobre todo en los países en vías de desarrollo, el panorama que define su análisis es muy semejante al que se ha experimentado en España durante las décadas que siguieron al exilio del campo a la ciudad, en el que la población universitaria y el número de centros universitarios se dispararon en muy poco tiempo.
“A medida que el número de graduados superiores se eleva, muchos países en vías de desarrollo aumentan la cantidad de universidades públicas y privadas”, explica en la introducción. Algo que también ha ocurrido en nuestro país, donde actualmente existen 82 universidades (50 públicas y 32 privadas), mientras que en 1968 tan sólo había 17, cuatro de ellas privadas. Una situación que el autor aconseja tomar con precaución, ya que puede dar lugar a un escenario problemático tanto para el país, que no ve recuperada la inversión que gasta en cada uno de estos estudiantes, como a nivel individual, provocando desempleo, exilio y la sobrecualificación de los trabajadores.
Muchos de estos estudiantes jamás llegarán a trabajar 'de lo suyo'. (iStock)
Por ello, anima a estos países a “regular la cantidad y calidad de los programas universitarios”, así como a llevar a cabo iniciativas de información para el estudiante y sus padres con el objetivo de que cursar un grado no sea la salida por defecto cuando se concluye el instituto. “Un crecimiento rápido en los graduados universitarios en países en desarrollo puede exacerbar la sobrecualificación y el subempleo de los profesionales”, señala Yamada, que sin embargo, desanima a que se lleven a cabo medidas drásticas como poner límite al número de universitarios. Estos son los tres puntos clave a los que ha de enfrentarse un país con demasiados universitarios:
- Sobrecualificación y subempleo profesional. Dos de las grandes plagas a las que ha tenido que enfrentarse España en los últimos años. Según los datos de la Clasificación Nacional de Ocupación de 2011, en ninguna comunidad el número de sobrecualificados baja del 50%. Una situación que provoca la frustración de las expectativas del trabajador, que percibe un sueldo menor al que le correspondería por su preparación. Además, el subempleo provoca la infrautilización de la fuerza productiva, que trabaja menos horas de lo que querría, y cuyas habilidades no son aprovechadas por completo. Según los mismos datos, España se encontraría en un 23% de subocupación. No obstante, el estudio matiza que, en algunos casos, la sobrecualificación es una situación transitoria asociada a muchos trabajos que requieren formación adicional en el puesto de trabajo.
- Recursos desperdiciados. Como señala la investigación, el crecimiento de las universidades privadas y públicas puede provocar un bajo retorno de la inversión realizada tanto por parte de estudiantes como del Estado. En muchos casos, estos recursos serán empleados en la formación de alguien que jamás necesitará las habilidades que ha aprendido. En otros, como en España, los frutos de la inversión serán recogidos en el extranjero: según los datos de la OCDE de 2011, nueve de cada diez emigrantes españoles tienen un diploma universitario.
- ¿Sabemos dónde (y para qué) estudiamos? Este quizá sea uno de los puntos más sensibles y menos conocidos de la situación educativa superior española: la proliferación de universidades, especialmente privadas, puede provocar que muchas de ellas proporcionen programas universitarios de baja calidad que no cumplan las expectativas del estudiante ni lo ayuden a obtener empleo. Como señala Yamada, gozar de información sobre los niveles de inserción en el mercado laboral tras concluir la licenciatura así como exigir el cumplimiento de determinados mínimos de calidad son buenas opciones para evitarlo. Sin embargo, como señaló un informe de la Fundación Compromiso y Transparencia publicado el pasado año, sólo un 30% de las universidades públicas y un 35% de las privadas ofrecen resultados de la inserción profesional de sus egresados.
No obstante, el autor también recuerda que la abundancia de universitarios no siempre es negativa, y no sólo porque las formas de ponerle límites es injusta: ello podría reducir el potencial de crecimiento económico del país, ralentizaría la mejora en el capital humano de los ciudadanos, resultaría muy complicado de regular en países con una capacidad institucional débil y, en último lugar pero probablemente más importante, intervenir en el mercado de la educación superior probablemente perjudicaría la movilidad social y económica de los más jóvenes.
No debemos olvidar que, durante décadas, el acceso a la universidad permitió a un gran número de españoles prosperar, como señala la investigación anteriormente citada: “El aumento del nivel educativo de la educación española resulta enormemente favorable, porque mejora la capacidad de los individuos para adaptarse a un mundo que se transforma rápidamente, confiriéndoles mayores oportunidades de inserción laboral y, desde un enfoque colectivo, el incremento del capital humano acumulado se convierte en uno de los factores claves para afrontar el desarrollo económico en una sociedad globalizada y altamente competitiva”.
Categoría: CULTURA Jueves 20 de Agosto del 2015
Los lastres de la universidad española
- Harvard recaudó 4.400 millones de dólares de ingresos ordinarios en el último ejercicio
- Tener un puesto elevado requiere un importante esfuerzo investigador
Ninguna universidad española está entre las 150 mejores del mundo, según el último Ranking Académico Mundial de Universidades, conocido como ranking de Shanghái. Hay que descender hasta la horquilla de los 151 y 200 primeros clasificados para encontrar a la Universidad de Barcelona, la primera española, por delante de la Autónoma de Barcelona, la Autónoma de Madrid, la Universidad Complutense y la Pompeu Fabra, entre los puestos 200 y 250.
El ranking de Shanghái se basa en parámetros como el número de premios Nobel salidos de las universidades, la cantidad de investigadores citados, o los artículos publicados en revistas como Nature o Science. Tener un puesto elevado requiere un importante esfuerzo investigador, que no parece compatible con los recortes presupuestarios experimentados en el sistema español. La suma de las partidas de todos los centros ha descendido un 15% entre 2010 y 2014. En total, las universidades públicas contaban en el curso pasado con algo más de 8.500 millones de euros. Los centros estadounidenses de Harvard y de Stanford, los dos primeros del ranking de Shanghái, sumaron ellos solos más de 9.000 millones en ingresos el curso pasado.
La UB, diez años como la mejorde España
La Universidad de Barcelona (UB) ha vuelto a colocarse como el mejor centro español en el último ranking de Shanghái, y entre las 150 y 200 mejores de todo el mundo, según la horquilla que establece la propia clasificación. Un hecho que ya se ha convertido en costumbre, ya que desde 2003, año en el que se elaboró la primera edición de este ranking, solo ha habido un año en el que no ha sido la primera de entre las universidades del país. Solo en 2004, la Universidad Autónoma de Madrid logró superar al centro barcelonés, y en 2005, ambos empataron en la primera posición, y entre las 153 y 202 mejores del mundo de aquel entonces.
A partir de 2006, y ya en solitario, la Universidad de Barcelona se ha colocado como la referencia de la educación universitaria española en todo el mundo. El centro, cuyo rector es Dídac Ramírez i Sarrió, cuenta con un presupuesto para este año de 367 millones de euros, por detrás de los 570 millones de la Universidad Complutense de Madrid.
“Soy escéptico con los rankings”, afirmaba Darío Villanueva, director de la Real Academia Española y exrector de la Universidad de Santiago de Compostela, en una entrevista a este periódico. “Las mejores universidades del mundo y las nuestras, en lo que más se parecen es en que se llaman universidades. Una que esté bien situada puede tener un presupuesto entre 15 y 20 veces mayor que una española. El dinero no lo es todo, pero tiene su influencia”. La Complutense de Madrid, la mayor de España, cuenta con un presupuesto para 2015 de 518 millones de euros. La Universidad de Stanford dispone de 5.000, la mayor parte procedente de donaciones y patrocinios.
Pero Villanueva, más allá de las diferencias presupuestarias, apuntaba con especial preocupación a un factor que lastra a la universidad española: “Algo tan genuino como el enseñar y el investigar se está contaminando de procesos burocráticos. Las leyes han ido favoreciendo esto: insistir en medir siempre en clave burocrática lo que es la calidad de la investigación y de la docencia”.
Josep Anton Planell, rector de la Universitat Oberta de Catalunya, afirma que “la propia universidad es una burocracia”, y describe la triple ecuación que deben encajar las universidades: “calidad, coste y acceso. No puedes maximizar las tres sin que alguna sufra. Si quieres un acceso total, gratuito y una gran calidad, ¿qué coste va a tener?”.
Planell cree que el sistema español debe analizar lo que quiere maximizar, y afirma que los resultados que muestran los rankings son consecuencia de la financiación, las infraestructuras, o la relación profesor-alumno. “Eso es lo que te va a dar la calidad. Al final, la financiación de la universidad está en la base de lo que se busca en el ranking. En España somos muy voluntariosos, pero hay una cuestión de dinero que es la que está detrás de todo esto”. A falta de los presupuestos regionales, principal vía de financiación, los Presupuestos Generales del Estado de 2016 prevén una partida para enseñanzas universitarias de 118,8 millones de euros, un 0,6% más que en 2015.
Fuente: http://cincodias.com/cincodias/2015/08/17/sentidos/1439836930_663469.html
Categoría: CULTURA Martes 18 de Agosto del 2015
'La libertad sexual se conquistó en el teatro'
Los actores van a por la tercera temporada de 'El crédito', la exitosa obra de Jordi Galcerán, en el Teatro Maravillas
Luis Merlo (Madrid, 1966) habla con voz nasal y pasión indisimulada. Le late a lo loco el árbol genealógico, se ríe a carcajada limpia. Tiene ese temperamento intenso del teatro viejo y los tiempos nuevos.
Ya no es Mauri -Aquí no hay quien viva- y no quiere serlo. Ahora disfruta como un crío con Carlos Hipólito (Madrid, 1956), su compañero de escena de El crédito por tercera temporada. Tres veces fraternidad deliciosa. Se miran y se descojonan. Pero en la obra sus relaciones de fuerza son bien distintas: Merlo es un mindundi, un bohemio descarado que acude al banco a pedirle un crédito a Hipólito, sobrio director de la sucursal. Éste, con la respetabilidad que concede la corbata y el discurso recto, lo manda al carajo. Y el primero no se achanta. «O me presta usted los 3.000 euros o me acuesto con su mujer». Después se sucede el enredo capitaneado por Jordi Galcerán, que hace ya le encontró el punto G al público con obras como El método Grönholm (2003) o Burundanga (2011). Entre bastidores, Luis se declara, meloso: «Afortunadamente, en el banco del afecto de Carlos tengo saldo ilimitado». Ahora, en el tercer asalto, ambos disfrutan más de su interacción con el otro «porque la obra está testada. Ya sabemos que al público le gusta. Entonces empezamos a disfrutar, encontramos un gesto nuevo, otro punto de vista... guiños entre nosotros, siempre respetando el texto».
Luis Merlo: 'Una bandera es un trozo de tela lleno de sangre'
Hipólito y Merlo llevan las tablas incrustadas en alguna capa de la piel. Y lamentan que este arte haya dejado tantas cosas en el camino. «Los grandes maestros del teatro, triste pero inevitablemente, se han ido. La cultura es tradición y transmisión y, al haber perdido a gente tan sabia, este trabajo se ha debilitado», sostiene Merlo. «Pero hay algo más que he vivido desde pequeño. Hoy día tenemos conquistadas unas libertades que antes existían sólo en el mundo del teatro o de la cultura. La libertad sexual, por ejemplo. El ser homosexual, el no haber pasado por la vicaría, el ser madre soltera... El artista tenía una visión del mundo propia de una profesión liberal y muy ajena a la España en la que yo me crié », evoca.
«Yo he visto a mi madre cargando con el niño de una actriz soltera que tenía que salir a escena. Y todos cuidando al bebé». «Es cierto», replica Hipólito, «ahora hay desconexión entre profesionales. Tengo esa nostalgia, ese recuerdo romántico de que éramos una familia».
Los actores tratan de no perderse en ese orgasmo que es el aplauso y acuden a miradas exigentes. «Mi público más severo es mi mujer», guiña Carlos. «Ella me da la medida de las cosas». «En mi caso, mi hermano», explica Luis. Se refiere a Pedro Larrañaga, el productor de El crédito. «Él no es incisivo, pero sé con sólo mirarle si lo que estoy haciendo le interesa o no. Es necesaria en la vida la gente que no sea capaz de mentirte, porque queremos oír lo que queremos oír y eso nos condena a no crecer».
Carlos Hipólito: 'El PP cree que dimitir es un nombre ruso'
Hipólito y Merlo no creen que «todos los espectáculos deban ser digeribles por todo el mundo». «Tiene que haber un tipo de teatro más elevado intelectualmente. Alguien lo puede tachar de elitista, pero por esa regla de tres sólo leeríamos novelas policíacas. Desaparecería el ensayo», razona Carlos. «Hemos caído en la cultura del ¡qué divertido! Pero, ¿es que pensar no es divertido, sorprenderte, ir más lejos...?», repone Luis. «Hay diversión sin risa. Lo he escuchado mucho, sobre todo en la gente mayor: 'Qué bien me lo he pasao. Lo que he llorao'». Carlos pone voz de anciana efusiva. Luis se troncha.
Apoyan las iniciativas populares de la industria -como el Teatro del Barrio- pero, ojo, «me apena que las obras de garaje, en las que la entrada es un trozo de papel de estraza, no se hagan porque se han elegido como forma nueva de comunicar. Se hacen por supervivencia, porque los de arriba obligan a que sea eso o nada», critica Merlo.
El artista es también animal político: ya salió a la calle en su día a patalear contra la guerra de Irak y no se hace el tiquismiquis para volver a meterse en el barro hasta las rodillas. «Hay tantas guerras librándose en el mundo por un trozo de tierra... Mira el conflicto palestino. Lo de honrar la bandera. Joder, la bandera es un trozo de tela lleno de sangre. Yo me manifestaría todos los días porque hayamos perdido el derecho a la vida digna». Hipólito se une. «Hay que manifestarse contra el Partido Popular», invita, sonriendo. «Se creen que dimitir es un nombre ruso».
Fuente: http://www.elmundo.es/madrid/2015/08/11/55ca488bca474170048b457e.html
Categoría: CULTURA Miércoles 12 de Agosto del 2015
El presupuesto de Cultura en 2016 crece un 7,2%
La cultura, que lleva años de recortes presupuestarios, tendrá una pequeña alegría en las cuentas públicas de 2016. Los Presupuestos Generales del Estado de 2016, presentados hoy por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, contemplan una partida de 803,5 millones para Cultura, que significa una subida del 7,2% respecto al año anterior.
Uno de los mayores incrementos se experimentará en las cifras destinadas al cine, uno de los sectores que más había sufrido la tijera de Hacienda desde el comienzo de la crisis económica. La partida destinada al cine ascenderá a 74,53 millones, de los cuales 60 millones dedicados a las ayudas al sector (el conocido como Fondo de Protección de Cinematografía). El año anterior, el dinero de este departamento ascendió a 36,58 millones, que luego se incrementaron con dos créditos extraordinarios por valor de 16 millones en total, lo que elevó el total del fondo para ayudas a 52,5 millones. Esto se traduce en una subida real para el próximo año del 14,1%.
El aumento de la disponibilidad para el Fondo de Protección responde a un cambio de modelo: hasta ahora las ayudas a la producción de películas se asignaban a posteriori, dos años después, basadas sobre todo en la recaudación en taquilla. Pero en enero de 2016 entra en vigor la nueva Ley del Cine, que asignará las ayudas a priori, según una fórmula de puntuación que concretará un futuro reglamento. Ambos modelos convivirán durante tres años, hasta 2018, de ahí que los 60 millones del Fondo en 2016 tengan que cubrir tanto las nuevas ayudas para los filmes que se rueden durante el año como las amortizaciones para las películas de 2014.
Los otros sectores
Las mejoras económicas se percibirán también en otras áreas como los museos, que crecen de 142,43 millones a 150,22 (el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen suben las aportaciones del Estado). Aunque pequeñas, también pecibirán alguna mejoría las partidas de bibliotecas, archivos y música y danza. El teatro, que ya había sido apuntalado económicamente en los años 2014 y 2015, mantiene unas cifras similares: 53,56 millones.
El grupo de programas de Bibliotecas y Archivos queda dotado con 70,49 millones de euros, una cantidad ligeramente superior a la del año 2015 que se dotó con 67,90 millones de euros, para hacer frente al desarrollo de las previsiones contenidas en la Ley de la lectura, del libro y de las bibliotecas.
Los Fondos para el Instituto Cervantes, que depende del Ministerio de Exteriores, se incrementan ligeramente, hasta 115,3 millones de euros (el año pasado eran de 114,8). También las academias científicas ven subir su presupuesto. La Real Academia Española pasa de 1,61 a 1,65 millones, con un aumento de unos 400.000 euros. La Real Academia de Historia recibió 390.780 para este año mientras que ingresará 398.600 en 2016. A la vez también sube la partida para su obra más polémica, el Diccionario Biográfico Español, que sigue sin modificar la definición de Francisco Franco y otros perfiles controvertidos, y que recibirá 86.620 euros de fondos públicos, respecto a los 84.920 de 2015.
Es una leve mejora después de los presupuestos a la baja de 2013 y 2014 en los que las partidas culturales tocaban fondo, y el mínimo aliento que otorgaron los presupuestos para 2015 fueron un poco alentadores. El catastrófico 2013 se recordará por la subida del IVA al 21% y una mutilación presupuestaria a todas las instituciones, sin excepción, para el 2014 en el que el descenso fue del 50% con respecto al año anterior. Lo previsto para el 2015 no fue mucho mejor, solo el teatro y la música salieron mínimamente beneficiados con la creación del programa teatral Platea. Las cuentas de cultura solo aumentaron un 4,3% con respecto al año anterior.
Además, el Gobierno ha fijado una serie de beneficios fiscales para la celebración del 'II Centenario del Museo Nacional del Prado' y del 25 aniversario del Museo Thyssen Bornemisza, según consta en una de las disposiciones del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado. También se establecen beneficios fiscales por la celebración del centenario del nacimiento del premio Nobel de Literatura Camilo José Cela
Los peor parados
El Festival de Mérida sigue adelante, todavía le queda el mes de agosto para seguir llenando las gradas del teatro emeritense, sin embargo, este jueves ha recibido una mala noticia en forma de los Presupuestos Generales del Estado para 2016. Recibirán 187.050 euros, un 0,3% menos que en 2015. Jesús Cimarro, director del festival, se muestra molesto: “Parece un castigo”. Señala que se alegra mucho por el Festival de Almagro, que ha aumentado su partida en un 28,56%. “Toda inversión en cultura es positiva”, recalca. Pero no entiende el agravio comparativo, tampoco la diferencia entre el cine y el teatro. Tiene intención de pedir explicaciones al ministro sobre “¿por qué ha sucedido esto?”. Explica que desde 2012 el presupuesto está prácticamente congelado, cuando asumió la dirección del festival la deuda estaba en 4 millones de euros, la están recuperando a base del superávit de taquilla, 1.100.000 euros en tres años.
La otra cara es la del Museo Patio Herreriano de Valladolid, cuyo presupuesto ha aumentado poco más de tres mil euros, pero su directora, Cristina Fontaneda, lo ha tomado como buena noticia: “Ojalá nos dieran más, ¡claro!, pero cuando temes que te lo quiten esto es bueno”. Sostiene que es importante que sigan manteniendo la aportación, da señal de la importancia de la colección que transciende de lo local.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/08/04/actualidad/1438682491_984093.html
Categoría: CULTURA Miércoles 5 de Agosto del 2015